Ficción
Alejandra Banca y el triunfo de un primer libro
Por Lizandro Samuel
*La imagen de Alejandra Banca es de cortesía.
Cuando le pido a Alajandra Banca que me envíe una biografía para esta entrevista, me pasa lo siguiente: “En mi tiempo libre, es decir las horas que paso en el tren desplazándome de un sitio a otro, me gusta leer, observar y escuchar. Salgo a dar paseos por la montaña, hago yoga, me peleo con el gato y me dan miedo las mariposas. A veces escribo”.
Y entonces lamento no haber sabido todo esto desde antes, porque lo que más pesar me genera es no haberle preguntado por su miedo hacia las mariposas.
Los demás datos sobre su vida son un poco más públicos: licenciada en Letras por la UCAB (2016). Finalista del III volumen de poesía de Antropología del Fuego (2021); del certamen Ecos de la Luz, de Ediciones Palíndromus (2022) y del Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2022).
Participó con dos poemas en la revista Ubicuo de Lecturas de Arraigo (2021); el relato corto Hilos fue seleccionado en la revista Pájaro Azul (Barcelona, 2022); forma parte de la antología digital de Digo.palabra.txt. También participó en el IV Festival de Poesía Joven de Alcalá de Henares (2023), en La mesa redonda del Círculo de Bellas Artes (2023) y en el festival Marpoética (2024).
Su libro de relatos Desde la salvajada, publicado por Lecturas de Arraigo (2022), ganó el PEN Translates Award (2024). Y empezó a abrirle muchas puertas.
Sobre todo eso hablamos en la sexta entrega de esta serie de conversaciones con escritores emergentes.
[Lee aquí el capítulo 5: Juan Manuel Romero y dominar un concurso literario]Bueno, de entrada, ¿qué tan exitoso consideras que ha sido Desde la salvajada?
¿Exitoso en qué sentido? ¿En nivel económico?
En cualquiera. ¿Ha cumplido tus expectativas?
Sí, la verdad es que sí. Diría que incluso superó las expectativas, porque cuando Orianna [la editora de Lecturas de arraigo] decidió publicar el libro y trabajamos juntas en la edición, nunca creímos que fuese a ser traducido tan pronto y mucho menos que iba a ganar un premio.
Eso superó nuestras expectativas. Y también el hecho de que el libro creciera a la par con la editorial, ya que cuando ella publicó la Salvajada, todavía no tenía ni distribuidor, y por lo tanto no podía llegar a librerías.
Además, que gente de diferentes partes del mundo lo esté leyendo y que en nuestro primer Sant Jordi por allá en el 2022, también lo comprara gente no venezolana, que pensábamos que iba a ser nuestro principal target… en ese sentido ha sido un éxito rotundo y estoy contenta.
¿Sabes cuántos ejemplares se han vendido?
La verdad es que no lo sé, pero más por despiste mío que otra cosa, porque mi editora me manda trimestralmente un Excel con lo que se ha vendido. La verdad es que soy una persona muy despistada, ¿vale? [risas].
Dices que el lanzamiento del libro coincide con una etapa bastante embrionaria de la editorial, entonces, ¿qué te llevó también a ti a confiar este primer proyecto tuyo a esa editorial que estaba también dando sus primeros pasos?
Principalmente el hecho de que Orianna y yo estudiamos juntas en la universidad, entonces teníamos una relación afín y de amistad. En el año 2019 coincidimos aquí en España y hablábamos de literatura y de cómo la experiencia migrante te cambia, de cómo dejas de lado cosas que querías hacer estando en Venezuela. Ella tenía en mente crear este proyecto, generar un espacio y unir en coro diversas voces de migrantes, algo relacionado a la literatura venezolana; y por mi lado siempre me ha gustado escribir y tenía este monstruo hidrocefálico, que es como llamamos al manuscrito, medio armado. Así fue como se unieron estas dos visiones: que ella quisiera crear una editorial y que yo estuviese escribiendo mi primer libro.
¿Sientes que el libro ha conectado de alguna manera con la gente en Venezuela?
No lo sé, la verdad es que no lo sé y me atrevería a decir que no, porque ha sido complicado moverlo, porque no estoy allí y Orianna tampoco. Los ejemplares que se han llevado me parece que están en El Buscón pero repito, no sé si están en algún otro sitio. Allí no se ha hecho ningún tipo de presentación sobre la Salvajada, así que no tengo ni idea de cómo es la recepción del libro en Venezuela. También, cuando el libro salió en el 2022 ningún medio ni «personaje» literario del país nos prestó atención.
¿En qué estás trabajando ahora?
Comencé a escribir hace poco, porque después de Desde la salvajada, que me llevó unos cinco años, estuve en una especie de sequía creativa. No me apetecía escribir, solo quería leer y ver películas.
Desde hace unos meses comencé a escribir, porque en teoría firmé un contrato para una novela, aunque a mí el término novela no me gusta mucho, no estoy de acuerdo con esta idea literaria de que para ser un gran escritor tienes que publicar LA NOVELA. Pero estoy trabajando un poco en esa noción de lo que se entiende por novela y estoy simplemente intentando divertirme, porque es cierto que cuando tienes un deadline y te presionan ya deja de ser tan divertido como al principio.
Entonces sí, estoy escribiendo algo y siento que va a ser un poco distinto. El tema de la migración y el dolor por dejar el país creo que lo purifiqué un poco con la Salvajada; y sí que habrán personajes migrantes, supongo, pero no serán el eje que guíe la escritura: estoy jugando un poco más con la identidad de estar acá. Con estas nuevas identidades que que se crean estando afuera. Aunque yo que sé, digo esto ahora y puede que mañana la escritura me exija otra cosa totalmente distinta.
Me resultó curiosa la expresión “en teoría firmé un contrato para una novela”. ¿Lo firmaste o no lo firmaste?
Ay, sí lo firmé [risas]. Pero, bueno [sigue riendo], voy a entregar lo que pueda. Lo que surja.
¿Con quién lo firmaste?
Con Selkies House, la editorial que tiene los derechos en inglés de Desde la salvajada, que lo publicó ahora en Reino Unido y también en Estados Unidos.
¿Pero ellos lo van a publicar en español?
No, tendrían que publicarlo primero en castellano y ellos tendrían los derechos de la traducción.
¿Y quién lo va a publicar en castellano?
Quizás Orianna, puede ser, con Lecturas de arraigo. Es lo que habíamos hablado en su momento. Pero puedo estar abierta a conversar con cualquier otra casa editorial, ya veremos. Ahora lo que realmente me importa es escribir.
Quiero hablar un poco de tu identidad como escritora. Creces en Venezuela, migras y publicas tu primer libro en España. ¿Cómo percibes tu identidad como escritora? ¿Te sientes partes de algo? Y en tal caso, ¿de qué?
Mmm, sí, es una identidad camaleónica. Nunca dejas de ser del lugar del que te vas, pero el lugar que te recibe te cambia. Yo pude hablar del país una vez me fui del país. Cuando estaba allí, no podía ni quería pensar en él; y estando afuera, lo pude observar desde otra perspectiva, mirarlo con otros ojos. Y claro, después de casi nueve años estando aquí, evidentemente te transformas. O sea, mira, mi acento ha cambiado.
No sé si me siento parte de algo. Por un momento, cuando llegué en el 2016, me habitaba un nacionalismo de ser 100% venezolana, en plan “¡viva Venezuela!” todo el tiempo. Y lo sigo siendo, pero desde otro sentimiento. En aquella época tenía una rabia bestial hacia el lugar que me acogía, es decir España, Barcelona. Se manifestaba en que no quisiera aprender catalán, por ejemplo, porque no quería aceptar que me iba a quedar aquí por mucho más tiempo. Al menos en un tema lingüístico, aprender este idioma para mí era aceptar que no iba a regresar a mi país, que me iba a quedar aquí por siempre. En el 2016 no me sentía parte de nada: no me sentía enteramente parte de la Venezuela que dejaba atrás, ni del sitio donde sigo estando ahora, aquí en el presente. Era como estar en un limbo. Y escribía desde ese no-lugar repleta de rabia. También entendí, aunque me costó lo suyo, que mi rabia no sólo era hacia España, que no tiene nada de culpa, era una simple proyección porque también estaba llena de furia contra el país que dejaba, contra las injusticias y experiencias que me llevaron a migrar.
Ahora me siento un poco más acogida. He ido conociendo a personas increíbles. Yo sufría de ansiedad social, entonces me costaba mucho socializar, compenetrarme con las personas, estaba en un círculo muy reducido de venezolanos a los que ya conocía cuando migré. Desde hace unos años, he podido abrirme y la gente de acá me ha hecho sentir por primera vez parte de algo. Incluso estoy aprendiendo a hablar catalán.
No sabría decir exactamente quién soy. Me siento parte de Venezuela, porque tengo a mi familia allá, a mi gente querida y las mejores vivencias de mi vida: mi infancia, mi gata, libros que no me pude traer, amigos. Pero aquí también soy otra yo. Me parece que la identidad se construye en base a memorias y nostalgia; y luego, se va alimentando de otras experiencias y situaciones del presente. Entonces, no sé, es un gran rompecabezas que está armándose constantemente. Sin nunca poder encajar la pieza final.
Ahora, cuando vas a presentar el libro, ¿te presentas como escritora venezolana?
Claro. Sí [risas].
¿Y qué tan conectada estás con lo que está pasando en la literatura venezolana, tanto lo que está ocurriendo dentro de Venezuela como con los venezolanos fuera del país?
Honestamente, estoy un poco desconectada. No estoy al tanto de las novedades literarias en Venezuela. Sé de cosas que se están haciendo enfocadas en el sentimiento-identidad de ser venezolanas, por ejemplo, esta compilación de Feroces, o los libros que ha publicado Orianna en su editorial. Sé del nuevo poemario de Sofía Crespo Madrid, y que Oriette D’Angelo también ganó recientemente un PEN Award por poesía traducida, sé que Natasha Rangel acaba de publicar un libro de cuentos. Sé de cosas que se están llevando a cabo desde esta noción de identidad-país-migración, pero que no se están produciendo necesariamente allí.
¿Y estás igual de desconectada con tus contemporáneos de Venezuela? Escritores, digo.
Sí, totalmente. Creo que estoy más al día con mis contemporáneos de aquí, del círculo literario de Barcelona. Y de las escritoras venezolanas contemporáneas de las que estoy al tanto es más por redes sociales, stalkeo y sensación de comunidad virtual, que por publicidad literaria o porque seamos reconocidas o difundidas en el mundo literario.
Que son en su mayoría españoles, me imagino.
Sí, son en su mayoría españoles. Aunque hay, en Madrid y Barcelona, este boom de escritoras latinoamericanas que están teniendo reconocimiento, me vienen ahora a la cabeza figuras como Mónica Ojeada, María Fernanda Ampuero, Fernanda Trías, Brenda Navarro, Gabriela Wiener. Ellas están también de este lado del charco.
¿Y cómo sientes que te perciben ahí? ¿Te ven como sudamericana? ¿Hacen match?
[Risas. Piensa]. Sí, te perciben como sudamericana. Y con las escritoras que también son latinoamericanas evidentemente hay temas en común en la escritura: la situación política de los países, la corrupción, la economía, la migración, el machismo. Todas estas cosas son un tema transversal que se intuye y se aborda en la mayoría de las obras de las escritoras latinoamericanas que están aquí en Europa.Con las escritoras españolas, supongo que habrá temas en común porque son indagaciones más universales y que nos hermanan de cierta forma, más siendo mujeres. Pero, por ejemplo, el tema de la migración no es algo que esté presente en sus escritos.
¿Haces match? ¿Te sientes cómoda?
[Piensa] Bueno, no sé qué se entiende por cómoda. Quizás de lo que se trata es del espacio que se ha de ocupar para hacerse un hueco en este mundo. Y realmente creo que si te sientes cómoda o haces o no match es algo que da completamente igual, al menos para mí.¿Y eres bien recibida?
Tampoco hemos hecho tantas cosas acá con el libro como para saber si soy bien recibida, pero sé que hay escritoras y diversas personas que lo han leído y les ha gustado y lo han comentado en redes, pero no es como que seamos amigas o que yo sea bien recibida o reconocida. No va para nada por allí, no sé cómo explicarlo. Hay que tener en cuenta que Lecturas de Arraigo es una micro editorial dirigida por una sola persona y no tiene el alcance que pueden tener otras editoriales monstruosas; todo se ha llevado a cabo de una forma íntima, trabajo de hormiga y en petit comité.
Creo que el mundo literario, o esta burbuja literaria, también es mucho de postureo, de contactos, de con quién te vas a tomar las cervezas, un poco así. Lo de ser bien recibida es algo relativo.
¿Laboralmente, a qué te dedicas en España?
Cuando llegué en el 2016 estuve trabajando en un bar por las noches y no me gustó, fue fatal. Luego estuve vendiendo seguros a puerta fría y también terrible, porque no tengo don de ventas. O sea, yo con ansiedad social e intentando vender un seguro a puerta fría: muy mal. Y comencé a dar clases a finales del 2016. Actualmente, continúo dando clases de inglés, en una academia de inglés extraescolar.
¿Y qué rol ocupa tu vida literaria dentro de tus perspectivas laborales a futuro?
No quiero generalizar, pero no creo que se pueda vivir de la escritura, a menos que seas, no sé, Stephen King o algunos de estos escritores que publican masivamente y se dedican a eso de cabeza. No es mi caso. Yo necesito trabajar para mantenerme y sí, me gusta escribir, también me gusta muchísimo leer. Sin embargo, no concibo la escritura como algo con lo que pueda ganarme la vida. Es complicado encontrar un balance entre el tiempo necesario para escribir, y más ahora que tengo la presión y me siento obligada a, y el tiempo destinado a trabajar, y en el medio de estos puntos en tensión, sentirme cansada todo el rato. Es una lucha constante intentar fusionar la vida precaria, porque aún viviendo fuera del país y estando “mejor”, no dejas de tener una vida precaria con un salario que a duras penas te alcanza a fin de mes, con las horas y la disciplina que requiere escribir. Evidentemente, voy a seguir escribiendo porque me gusta y no me concibo sin la escritura , pero no la veo como un trabajo o una fuente de ingresos a futuro. Soy consciente de que es algo que voy a tener que ir compaginando con otros empleos que me generen ingresos más estables para poder sobrevivir.
Eso en cuanto la escritura artística específicamente, ¿y en la literatura en general, digamos, desde otros ángulos: ves posibilidad de generar ingresos?
Ah, me encantaría. Cualquier oportunidad laboral en ese sentido me encantaría. Trabajar en una editorial sería fascinante pero aquí es complicado, te piden catalán según qué editoriales y como ya dijimos, el mundillo se rige por contactos y amiguismo. Tampoco tengo experiencia laboral en este campo. Luego, estuve trabajando un año haciendo corrección ortotipográfica y fui totalmente infeliz estando en una oficina ocho horas al día sin ver el cielo.
Al final, depende de cómo sea el trabajo. Si pudiese estar en casa dando talleres, charlas, clubs de lecturas, haciendo presentaciones de libros… podría ser; aunque estoy segura de que esto no sería suficiente para vivir y mantenerme.
¿Qué lees específicamente, hacia dónde van tus intereses ahorita?
Me gusta leer de todo: ficción, poesía, ensayo. Tengo libros muy variados en la mesita de noche. Trato de estar pendiente de las novedades de acá en España; de seguirle el rastro a escritores que me gustan. Intento leer a muchas mujeres, porque cuando estaba en Venezuela no leía a tantas; y nada, intento leer lo más que pueda de lo que se esté produciendo ahora.
Aunque creo que tengo un poco de desencanto lector. Me da la impresión de que el marketing de ahora es muy bestia y comienzas a leer un libro con muchas expectativas y termina siendo un libro que, no sé, al final no te termina de llenar tanto, nada memorable.
Tengo mis libros a los que vuelvo cuando las novedades editoriales no me satisfacen. Vuelvo a Rulfo, me gusta mucho Bukowski, Pedro Juan Gutiérrez, Bolaño, Kerouac, Pizarnik, Lispector. Tengo mi arsenal.
¿Qué diferencia significativa, más allá del tamaño, ves entre el mundo literario en Venezuela y el mundo literario en España?
A ver, lo que conocí en Venezuela en su momento, ese mundo literario era (viéndolo tal vez con el sesgo de una estudiante de Letras) y probablemente siga siendo, un poco machista y muy cerrado, ¿no? Muy del enchufe. Si pertenecías a un grupo social determinado, si tenías contactos, quizás te publicaban y tal vez tenías renombre. Fuera de eso creo que era y sigue siendo difícil. Pero tampoco lo puedo juzgar demasiado porque no lo he vivido.
Ahora, lo que he vivido acá en España es básicamente lo mismo: el amiguismo es superimportante, las conexiones que haces, el networking, etcétera. Hay una falsa creencia de que se le está dando más importancia a la escritura de las mujeres, pero siempre va a seguir siendo “la escritura hecha por mujeres”. Creo que los círculos se siguen rigiendo por hombres dinosaurios retrógrados. Esa es un poco mi impresión, puede que esté equivocada porque tampoco formo parte, o no me siento parte como tal de ese núcleo.
Entonces a grandes rasgos y sacando las diferencias de cantidad de impresión de libros, lucen muy parecidas ambos mundos literarios
Sí, es igual; las mismas dinámicas. Solo que en España hay más dinero, hay más editoriales, se publican más cosas y hay pantallas más bonitas y agradables.
Háblame de tu experiencia yendo a Edimburgo a presentar el libro
Fue una experiencia increíble. No tenía mucha fe con la presentación porque era en un sitio en donde no conozco a nadie. Y fue muy interesante porque había unas chicas venezolanas, pero también había gente de otras partes que habían leído el libro o sentían interés por las historias de la Salvajada. Había una chica que era del Líbano y conectar con ella y con otras personas de culturas diferentes a través de la herida de la migración fue lo más bonito de ese encuentro.
Lo viví como un éxito total, no tanto porque se vendieran muchos libros, sino por el encuentro en sí y el factor de que otras personas se pudieran sentir identificadas con mi libro, incluso cuando hay cosas allí que son muy venezolanas. Eso me pareció muy sugerente: que yo, hablando de algo tan particular e íntimo, pudiera alcanzar experiencias más universales y tender puentes hacia otras mujeres con experiencias similares.
Pregunta de programa de autoayuda o de magazine mañanero: ¿dónde te ves como escritora dentro de 10 años?
La verdad es que no lo sé. Creo que no me gustaría encasillarme en el tema de la migración. No quisiera seguir escribiendo o ser conocida únicamente por escribir del dolor de migrar. Evidentemente es una herida que estará presente de una u otra forma en mi escritura, pero también me veo intentando otras cosas. Me gusta escribir poesía, me gusta mucho la ciencia ficción.
No sabría decirte, porque al final la escritura para mí es un juego y lo concibo como algo lúdico y entretenido. No es algo que yo programe y organice a conciencia, que eso siempre me ha llamado mucho la atención de algunos escritores, sino que yo escribo y me dejo guiar por la escritura en sí. Como decía Úrsula Le Guin, que cuando ella escribe no sabe lo que va a pasar, y quizás comienza con algo en mente pero a medida que se desarrolla la historia, cambia lo que tenía previsto y el personaje le pide otra cosa: ella sigue a los personajes, se entrega a lo que la escritura demanda.
Así que yo tengo esta idea quizás un poco naif de la escritura y no sabría decirte adónde voy, pero probablemente a algo diferente.
Última pregunta, ¿todavía eres joven escritora?
[Risas] No lo sé, ¿hasta qué edad eres considerado joven?Bueno, esa es la pregunta: ¿hasta qué edad uno es considerado “joven escritor”?
No tengo ni idea. En los premios, concursos y estas cosas es hasta los 30. Al parecer después de los 30 dejas de ser una escritora joven. No sé. Yo me siento con un alma muy juvenil [risas].
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