No ficción
¿Hay algo más sexy que las historias reales, que los cuentos verdaderos, que la literatura sin invenciones (aka de no ficción)? Mientras piensas tu respuesta, lee la selección que hemos hecho para ti:
Trabajo secundario
—¡Elisa! –repetí con más vergüenza.
—¿Qué pasa? El chamo aquí no es homofóbico. ¿O sí?
Lo miramos con atención.
El despeño
Siento el derrumbe, el despeño y, entonces, cuando parece que acabará con el terreno, que no quedará rastro de tierra a su paso, cae al vacío, donde puede desplegar toda su potencia a sus anchas, donde nada lo detiene. Se convierte en cascada y llega al pozo que lo aguarda, sereno pero expectante.
San Jorge
Hace unos días fue tu santo. San Jorge. El mismo santo que me hacía pensar en la colección de caballeros andantes sobre sus destreros y con lanzas que tenías en tu consultorio. Los ponías a pelear contra mis dragones de juguete y recreabas la icónica escena de las estampitas de San Jorge. Tú me decías que lo admirabas mucho porque no era un santo como cualquier otro.
Rolando Díaz: es que tú dices muchas groserías en esa vaina
Rolando Díaz parecía destinado a cosas grandes, al éxito académico. Pero a él le dio por hacerse el gracioso.
Cállate la jeta, muchacha gafa
Las noticias no fueron alentadoras: muertes, muchas muertes. Cuarteles levantados contra el Presidente. Invasiones a canales de televisión. Periodistas asesinados. Hombres vestidos de verde hablando de hambre y pobreza. Los mismos hombres que le donaban a mi tío comida del supermercado que había en La Carlota para que la repartiera entre la gente pobre del barrio. Comida vencida, minada de gorgojos y telarañas.
El viaje de tres hermanos
No sé si fue para él una semana de angustia al mismo tiempo que de resignación. No supimos si denunció las amenazas que recibió. O si llegó a comprender cómo había llegado a esa posición. Tenía un mundo personal tan complejo que no quiso involucrar a la familia. No nos pidió ayuda a sus hermanos o consejo como lo hizo durante toda su vida. Allí dejó ver su actitud estoica y la aceptación de ese destino impuesto; o quizá subestimó la maldad, porque simplemente él no la conocía; no la vio venir porque no la reconoció. Quizá pensó: “La noche valenciana y sus vainas; ya pasará”.
¿Cuándo termina el Halloween?
«Salí de allí con mi semblante fracturado, lo sé por la mirada lastimosa que me dirigieron las pacientes que seguían esperando su turno en aquel pasillo. Bajé las escaleras confiando en la última pizca de seguridad que podría quedarle a mis temblorosas piernas. Llamé a mi amiga, la que me había recomendado a esa ginecóloga, y lloré con ella. No entendía cómo eso podía estarme sucediendo a mí. La culpa laceraba otra vez mis nervios».
Yo también puedo parir
Me sentí más cómoda porque hubo electricidad unos minutos, cada cierto tiempo encendían la planta para darme un respiro, la estaban ahorrando para el momento del parto. Inmediatamente luego de romper fuente con ayuda de la Dra. Mariana y las enfermeras, me recomendaron recostarme del lado izquierdo para esperar que terminara de bajar el líquido. Fue allí que comenzó mi odisea.
Sin rogar besos a ninguna falda
Santiago está contento saliendo con Betty, Sofía y Romina. Pero a todo infiel le llega su San Martín.
Muerte a la mexicana
¿Qué? ¿Cómo es eso que no sabes lo qué es una «muerte a la mexicana»?
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