Ficción
Lilian y Lola – mención especial del Concurso de Cuentos Narrar la diversidad (2025)
Por Paola Alzuru
*La ilustración de portada de Lilian y Lola fue hecha por Victoria Marquina.
If I looked all over the world
And there’s every type of girl
But your empty eyes seem to pass me by
Leave me dancing with myself
Dancing with Myself – Billy Idol
Desde que conozco a Lilian ha sido un tanto impulsiva. Con ella es que se arman los planes de último minuto, las escapadas, las excusas a nuestros padres. Lo que no tenía resuelto en sus premeditaciones, lo improvisaba. Al menos así me lo parecía.
El plan de esa vez fue irnos a Copa’s. Le dije a mi mamá que me quedaría en una convivencia de la iglesia. Pareció aliviada, todavía sigue sospechando de que me he “desviado”. Si tan solo supiera que iba a un sitio para todos esos “desviados”.
Lilian estaba dispuesta a conseguir una novia esa noche. Yo solo estaba emocionado porque iba a poder usar un outfit que había diseñado hace semanas y no había tenido oportunidad de lucirlo. Lo guardé en el bolso, junto con el maquillaje. Mi mamá me vio irme con un jean y una camisa.
Eran las 5:00 p.m. cuando salí de mi casa para encontrarme en la estación de metro con Lilian. Copa’s abría a las 10:00 p.m. Imposible salir más cerca de esa hora sin levantar sospechas. Lilian y yo vagaríamos por las calles hasta que fuese el momento de entrar. Así de irracionales eran sus planes.
—¡Es que lo sabré cuando la vea, Mauri! —me decía Lilian atraída a la luz de un faro titilando en medio del bulevar de Sabana Grande—. Sabré que será mi novia, o por lo menos mi amante. Cuando esté bailando sin que le importe nada.
Lilian daba vueltas alrededor de un señor vendiendo potecitos de burbujas. Le faltaba algo al cuadro. Ahí recordé que ella seguía en mono, y yo con mis jeans. Nos metimos en la primera taguara que Lilian vio. Pidió un par de cervezas y nos metimos a un baño con poca luz. Menos mal tenía espejo. Saqué el maquillaje de mi bolso, mi blusa de lentejuelas amarillas y unos shorts negros rasgados. Lilian sacó de su bolso los tacones que yo me había comprado. Los escondía ella por si acaso.
El vestuario de Lilian era una falda ligera llena de brillantes, una blusa fucsia de mangas acampanadas que se amarraba en el pecho. Generaba brisa cuando se movía. Lilian se miró fijamente al espejo mientras yo me aplicaba la máscara. Parecía hipnotizada por su reflejo. Se echó a reír luego de unos minutos de lúbrica contemplación. No le presté atención porque estaba concentrado en mis pestañas… y ella solía hacer esas cosas raras a menudo.
Después de haber terminado, salimos del baño y nos tomamos las cervezas. Pensé que el tipo que nos atendía se iba a confundir por la repentina transformación; pero no dijo nada al respecto. Ya se acercaba la hora.
Lilian saltaba feliz y emocionada. Sus mangas eran alas, andaba como una libélula nocturna. La gente en el camino se nos quedaba viendo. En algún callejón le silbaron y le dijeron algo a ella… o a mí. No supe muy bien. Lilian solo quería llegar a Copa’s al encuentro de una amante desconocida. Yo solo quería bailar.
Cuando llegamos casi no había nadie, pero el ambiente me era excitante y amigable. El color azul dominaba todo el espacio, con rayos verdes, rojos y blancos que parpadeaban al ritmo de la música. Era noche temática, puros hits de los 80. Ubicamos una mesa y pedimos dos cuba libre con mucho limón.
Con el pasar del tiempo y los tragos, iba viniendo más gente, y yo brillaba en la pista de baile con Brother Louie de Modern Talking inyectándome la batería en las piernas. Cuando terminaba la canción, divisé a Lilian moviéndose fluida y suavemente, mirando a su alrededor. Hasta que se detuvo y observó fijamente a una esquina. Allí la encontró. Se acercó a ella.
Quería detallarla mejor así que seguí a Lilian bailando para disimular. Se quedaron hablando un rato. Ella se reía. Lilian la envolvía con la mirada. Hasta que se interrumpió y me vio. Me llamó con la mano para que viniera hacia ellas, seguro quería presentármela.
Al estar frente a las dos, una onda de terror me golpeó desde lo más profundo de mi estómago, sentía un tubo caliente de luz negra encerrarme el pecho desde adentro. No creía lo que estaba viendo. Nunca había estado tan borracho como para ver doble de repente. Pero así parecía. Eran idénticas, solo que la otra chica tenía un atuendo distinto. De resto, todo era igual: el cabello largo y ondulado hasta los hombros, la misma sonrisa de labios carnosos, la misma nariz perfilada, los mismos ojos negros, los mismos cachetes, hasta tenían el mismo lunar en la frente y la misma estatura. Tal vez había diferencias que no podía notar por el juego de luces; pero ahí como estaban presentadas ante mí, eran el reflejo de la otra.
Lilian me dijo al oído que la chica se llamaba Lola. Ella me extendió la mano para saludarme, se la tomé a ver si era real. Y sí lo era. Y se sentía igual que la mano de Lilian, suave. Las uñas cortas y sin pintar, como las de Lilian. Tomé las manos de ambas y eran espantosamente iguales.
Quise salir a tomar aire, tal vez estaba delirando. Lilian y Lola salieron conmigo. A la luz de los faros de carros pasando, las dos seguían iguales; tomadas de la mano parecían hermanas gemelas, aunque por la forma en la que se miraban creaban un aura incestuosa. No podía soportar estar cerca de ellas. Volví adentro. Me dejé llevar por la voz de Laura Branigan en Self Control. No encontré más a Lilian y a Lola en Copa’s por el resto de la noche. A las 6:00 a.m. me envió un mensaje diciendo que estaba bien, que volvería a su casa por la tarde.
***
Lilian y Lola paseaban por las calles semi iluminadas riéndose y tomadas de la mano. Llegaron a un motel. En la habitación de luz amarillenta, se tomaron del rostro y se observaron. Lilian estaba fascinada por esas ligeras bolsas que se le formaban a Lola debajo de los ojos, como si fuesen cuencos que cargaban con una mirada que se dejaba sorprender, para después entrecerrarla intentando cinismo.
Lilian pasó su pulgar por el pómulo izquierdo de Lola; cuando hizo eso, Lilian sintió un pulgar en su pómulo izquierdo. Estaba encantada. Tanto que no se dio cuenta de que las dos manos de Lola estaban explorando sus muslos por debajo de su falda. Podía hundirse en el cuerpo de Lola, como si fuese una almohada densa y tibia con olor a almizcle. Lola le quitó la falda y la dejó a un lado. Lilian le desabrochó el jean a una Lola acostada y lo deslizó lentamente por sus piernas. Lilian sentía una tela bajar por sus piernas también.
Estaba excitada: la conexión que tenía con Lola era total. La besaba en el cuello y ella percibía un movimiento caliente en el suyo; por fin conoció cómo se sentía su propia lengua apasionada por debajo de su oreja, por sus pechos, por su vientre, por su entrepierna. Supo que no era tan mala haciendo un oral cuando Lola llegó al orgasmo y ella también. Todo lo que le daba a Lola, lo recibía en igual estilo y en sincronía.
Al amanecer, se peinaron la una a la otra. No hacía falta el espejo del baño, se tenían a ellas. Salieron del motel. Lilian pensó que hubiese sido una oportunidad de oro para el dueño del hotel haber grabado esa noche, aunque un video porno así pasaría desapercibido por tantas fantasías de gemelas que se intentan.
Después de haberse dado un largo abrazo, Lilian abrió los ojos y vio cómo Lola se alejaba; su torso se volvía frío. Se fue a su casa. Subió a su cuarto. Le escribió a Mauricio para avisarle. Le fue a escribir a Lola para saber cómo había llegado a su casa; pero ahí se dio cuenta de que nunca le pidió el número. La buscó en Instagram, Facebook, Twitter y no la encontró. Revisó las historias de Copa’s en Instagram a ver si hallaba alguna señal de ella.
Ninguna. Se tomó una selfie y la buscó con Google Lens. Cómo eran iguales, alguna coincidencia debía arrojar.
Solo salían resultados sobre Lilian.
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