Ficción

Pelícanos

por | Oct 29, 2024

Por Juan Manuel Romero

*La imagen de portada de Pelícanos fue creada por Copilot.

 

No teníamos mucho tiempo, como siempre. Para estar ahí, debimos poner a prueba nuestras habilidades para empatar cabos sueltos: nuestro entrenamiento en la infamia.

En un santiamén, logramos los contextos adecuados. Varios –en su familia y la mía– creyeron en nosotros. Sin embargo, cuando llegamos a la playa, ella optó por la nostalgia. Es decir, optó por echarme un cuento: echarme tremenda vaina, en realidad.

*

Hay cuatro personas en la orilla viendo el horizonte. De izquierda a derecha: una señora que fuma, el humo parece salirle del cabello canoso. A su lado, un bombero con una pequeña tabla con gancho que agarra un formato para registrar defunciones, en su casco se reflejan las luces del camión donde le esperan sus adormilados compañeros. Luego está una niña sentada, tiembla, tal vez sea por el frío. Junto a la niña un muchacho, quien no deja de pasarse las manos por los cachetes, se aprieta las orejas; también se alcanza a tocar la nuca.

De pronto, uno de ellos suelta un aullido. Claro que, si ponemos el aplomo de por medio, descartamos que haya sido del funcionario.

Desde la madrugada alguien se ha extraviado en el mar. Y la bruma nunca ha sido elocuente. A lo lejos un buque parece guardar silencio, pero no se detiene, va de derecha a izquierda como un caracol maligno.

*

En Los Caracas no hubo bruma. El sol fue riguroso, agudo como su traje de baño.  La brisa estaba tan fuerte que me sentí dentro de la película muda The wind.

Los pelícanos raquíticos se dejaban caer de manera perpendicular. No cazaban nada y su terrible historia tenía que empezar, otra vez.

Ella reanudó la imagen que me tuvo hipnotizado. Frente a nosotros aparecieron tres personas que seguían viendo al mar (ya no eran cuatro). El buque pulía el horizonte.

El muchacho se puso de cuclillas para abrazar a la niña, luego le susurró algo. La niña le respondió. Nadie, jamás, podrá determinar cuándo llegará este tipo de conversaciones que habrá de quedarse para siempre.

Quien había desaparecido en la madrugada era la señora que fumaba: la mamá de los muchachos. La señora nunca fue una buena consoladora; pero aquella vez, después de ahogarse, lo intentó. Se paró al lado de ellos e hizo lo que pudo: fumó para meterse en su propia bruma.

*

De repente vuelve a ser mediodía para nosotros en Los Caracas.

El bombero, sin solemnidades y sin decirle ni media palabra a los otros dos, se da media vuelta y viene hacia acá, pasa por en medio de nosotros como la brisa feroz. Luego sigue rumbo al camión donde le ¿esperan? sus compañeros. Nos damos cuenta de que el funcionario tiene los ojos rojos y que también ha llorado.

—Así era mi hermano –me dice ella–, discreto hasta en el llanto.

Esa historia está pasada por muchas aguas.

Evidentemente no duele igual, tal vez porque ella, hace rato, dejó de ser aquella niña.

Ella me toca la pierna entumecida y me invita a bañarnos. No tengo tiempo para negarme. Nos metemos en el mar y por instantes no tenemos familias (ni otras historias).

Solo somos sal. Agua. Luz. Olas. Choques. Mucha espuma.

 

*Si te gustó Pelícanos, quizá te interese el taller Novela: teoría y práctica, con Francisco Suniaga.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Historias similares

Los amores cobardes no llegan ni a amores ni a historias

Los amores cobardes no llegan ni a amores ni a historias

¿Cuántos amores se cocinaron entre los gustos culturales fraguados en la adolescencia?

«Hablábamos de todo, y siempre terminábamos en desacuerdo: desde si Fito Páez era mejor que Charly García, hasta la temperatura en la que cada uno prefería la leche del cereal. Si yo hablaba del Ave Fénix de los Caballeros del Zodiaco, él respondía con Jean de los X Men. Si yo decía Stephen King él me decía Herman Hesse, y así».

leer más
Freak, go home

Freak, go home

Supongo que tenía una especie de fe en algo, pero aún no sé qué. Todavía estaba convencido de que tenía el ritmo en mis venas, que sí podría bailar bien y que no estaba perdiendo mi tiempo allí. Sí, algunas veces sólo quería salir corriendo para no volver jamás, pero otras, cuando no me iba tan mal al tener una muchacha frente a mí lista para bailar, a mi mente venían aquellas frases de autoayuda estilo “si piensas en desistir, recuerda la razón por la que empezaste”. Cosas así.

leer más
Cállate la jeta, muchacha gafa

Cállate la jeta, muchacha gafa

Las noticias no fueron alentadoras: muertes, muchas muertes. Cuarteles levantados contra el Presidente. Invasiones a canales de televisión. Periodistas asesinados. Hombres vestidos de verde hablando de hambre y pobreza. Los mismos hombres que le donaban a mi tío comida del supermercado que había en La Carlota para que la repartiera entre la gente pobre del barrio. Comida vencida, minada de gorgojos y telarañas.

leer más

Suscríbete a nuestro boletín

Prometido: vamos a enviarte pura información cool, de esa que de seguro te interesa (chismecitos literarios, cosas para reir, tips para tu guion, etcétera). Y, obvio, también te mantendremos al tanto de todas las novedades con respecto a nuestros talleres.

Quiénes somos

Una productora cultural que trabaja en torno a la literatura, el cine, las series y el humor. Nuestra actividad principal es organizar talleres formativos en esas disciplinas.

Contacto

Para información sobre los talleres:
inscripcionesc.amarillo@gmail.com

Para cualquier otra información:
productorac.amarillo@gmail.com

Síguenos en nuestras redes