Cambias de parecer respecto al billete de un dólar y lo acaricias con los dedos. Las cosas no han sido fáciles, mucho menos baratas, después de la muerte de papá. Ustedes dos se habían vuelto inseparables después de la muerte de mamá. Se hablaban más, se visitaban más, cuando tenías un problema eléctrico o de plomería en el apartamento él te ayudaba. Coño, incluso para quejarte del sueldo del trabajo, o de la chama que no te paró bolas, el viejo estaba ahí, contestándote el teléfono.

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